Tres
psicólogos americanos revisaron 63 estudios sobre inteligencia y religión
realizados entre 1928 y 2000, y descubrieron que existe una relación negativa
entre creencia e inteligencia: en apenas 10 de las investigaciones, los
religiosos superaron a los no creyentes en los tests aplicados. Según estos
psicólogos, las personas inteligentes tienden a conformarse menos y a
cuestionar más el dogma de la iglesia y, generalmente, adoptan una visión
analítica de las cosas, en vez de seguir la intuición. Como las creencias
religiosas no pueden ser comprobadas por la ciencia, estas personas dejan de
creer. Al mismo tiempo, el aporte emocional que ofrecen las religiones no atraen
a los inteligentes. Según las investigaciones, estas personas ya dominan el
arte del autocontrol, entonces no precisan los beneficios de la iglesia.
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