En
la década del ´50 se llevó a cabo una investigación para saber como nuestro
cerebro registra los mensajes subliminales. El experimento se hizo por medio de
una película llamada Picnic que se estrenó en los EEUU en 1955. En el cine, las
imágenes de Picnic fueron proyectadas a una velocidad de 24 cuadros por
segundo; el ritmo normal que debe tener un proyector para que el espectador vea
las imágenes en movimiento y no en una secuencia estática. Como sucede con todas las demás, la
imagen proyectada en la pantalla atraviesa primero el globo ocular y se registra en la retina; un tejido de células muy sensible a la luz. Luego,
en forma de impulsos nerviosos, atraviesa el cerebro pasando por el nervio
óptico. Este nervio va desde la retina a la parte posterior del cerebro, donde
está la corteza visual. Esa región se encarga de hacer lo inverso a la retina:
transforma los impulsos nerviosos en imágenes que son visualizadas y descifradas
por el cerebro. A partir de ahí, la imagen recorre varias regiones. De la
corteza visual, puede ir, por ejemplo, al lóbulo parietal, donde son procesadas
las informaciones especiales de la imagen, como la distancia que separa
al espectador de la pantalla de cine. Puede ir también al lóbulo temporal, donde
está el hipocampo, una estructura relacionada a la memoria. Es aquí donde la imagen
vista en la pantalla es relaciona con alguna experiencia vivida
anteriormente por el espectador.
Película Picnic mensaje subliminal
Pues bien, ese es el
camino que realiza cualquier imagen en nuestro cerebro. Pero resulta que, en
1955, en la película Picnic al publicista Jim Vicary se le ocurrió insertar a
cada 24 o 30 fotogramas las palabras “Tome Coca-Cola” y “Coma pop-corn” sobre
el rostro de la actriz Kim Novak. Dada la velocidad, las imágenes no eran percibidas
por los espectadores. Con el experimento, Vicary quería probar que tan efectivos
son los mensajes captados inconscientemente por las personas. Consultados
después de la función, ningún espectador dijo haber visto algo extraño en la
pantalla, pero después que salieron de la sala de cine, la venta de Coca-Cola
aumentó 58% y la de palomitas de maíz en 18%. Según
los especialistas, los mensajes subliminales se forman en la corteza visual,
pero se diluyen en el cerebro sin activar otras áreas como el lóbulo parietal y
el lóbulo temporal.
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